martes, 6 de agosto de 2013

Platón

1. PLATÓN ( Aristócles de Atenas, apodado Platón = «el de anchas espaldas»)
Platón nació en Atenas el 428 a. de J. C., de familia de antigua nobleza que descendía de Solón por parte de madre y del rey Codro por parte de padre. A los veinte años empezó su trato con Sócrates y hasta el 399, año de la muerte de éste. La Cana VII, que, al reconocerse su autenticidad, se ha convertido en el documento fundamental para la reconstrucción no sólo de la biografía, sino de la personalidad misma de Platón, aconteció el hecho decisivo que le asqueó para siempre de la política de su tiempo: el proceso y la condena de Sócrates. Se dio cuenta entonces que dicha mejora sólo podría efectuarse mediante la filosofía. "Vi que el género humano no llegaría nunca a libertarse del mal si, primeramente, no alcanzaban el poder los verdaderos filósofos, o los rectores del Estado no se convertían por azar divino en verdaderos filósofos". De las experiencias políticas de su juventud, experiencias de espectador y no de actor, sacó Platón, pues, el pensamiento que había de inspirar toda su obra: sólo la filosofía puede realizar una comunidad humana fundada en la justicia. Se dice que Dionisio el Viejo, tirano de Siracusa, temeroso de los proyectos de reforma política expuestos por Platón, le hizo vender como esclavo en el mercado de Egina.
Platón murió en el 347, a los 81 años. Un papiro de Herculano recientemente descubierto nos ofrece la descripción de las últimas horas del filósofo. La última visita que recibió fue la de un caldeo. Una mujer tracia estaba tocando y se equivocó en el tiempo: Platón, que ya tenía fiebre, hizo al huésped una señal con el dedo. El caldeo observo cortésmente que sólo los griegos entendían de medida y de ritmo. Durante la noche siguiente la fiebre se agravó y tal vez aquella misma noche murió Platón.
La tradición nos ha conservado de Platón una Apología de Sócrates, treinta y cuatro diálogos y trece cartas. El gramático Trasilo, que vivió en los tiempos del emperador Tiberio, adoptó y difundió el orden de estas obras en nueve tetralogías, en las cuales la Apología y las Cartas ocupan el lugar de dos diálogos. He aquí las tetralogías de Trasilo:
1. Eutifrón, Apología, Critón, Fedón;
 2. Cratilo, Teetetes, Sofista, Político;
3. Parménides, Filebo, Banquete, Fedro;
4. Alcibíades I, Alcibíades //, Hiparco, Amantes;
5. Teages, Cármides, Laques, Lisis;
6. Eutidemo, Protágoras, Gorgias, Menón;
7. Hipias mayor, Hipias menor, Ioh, Menexeno;
8. Clitofón, República, Timeo, Critias;
9. Minos, Leyes, Epinomis, Cartas.
El orden de sucesión de los diálogos en cada período es problemático y debe tomarse con cautela:
1. período escritos juveniles o socráticos: Apología, Critón, Ion, Laques, Lisis,            
    Cármides, Eutifrón.
2. período, de transición: Eutidemo, Hipias menor, Cratilo, Hipias mayor,       
     Menexeno, Gorgias, República I, Protágoras, Menón.
3. período escritos de madurez: Fedón, Banquete, República II-X, Fedro;
4. período escritos de vejez: Parménides, Teetetes, Sofista, Político, Filebo,    
    Critias, Leyes. Puede creerse con cierta verosimilitud que los escritos del  tercer período son posteriores al primer viaje a Sicilia, del que Platón regresó antes del 387; que los escritos del cuarto período son posteriores al segundo viaje a Sicilia (366-65) y algunos, como el Critias y las Leyes, posteriores también al tercero (361-60). Las Cartas VII y VIH se manifiestan, por su contenido, posteriores a la muerte de Dión y, por lo tanto, al 353.
El diálogo era, pues, para Platón el único medio para expresar y comunicar a los demás la vida de la investigación filosófica. El diálogo reproduce la marcha misma de la investigación que procede lentamente y con fatiga de etapa en etapa; y sobre todo reproduce su carácter social y de comunidad, por cuya virtud la investigación asocia y hace solidarios los esfuerzos de los individuos que la cultivan. Así la forma de la actividad literaria de Platón es un acto de fidelidad al silencio literario de Sócrates.
La fidelidad a la enseñanza y a la persona de Sócrates es el carácter dominante de toda la actividad filosófica de Platón. Platón no fue nunca infiel a sí mismo ni a su doctrina de las ideas. En esta y en todo su pensamiento fue, al mismo tiempo, fiel a Sócrates. No quiso hacer más que encontrar los supuestos lejanos de la enseñanza socrática, los principios últimos que explican la fuerza de la personalidad del maestro y pueden, por tanto, iluminar el camino por el cual llegó a poseerse y a realizarse a sí mismo. Platón tiene el escrúpulo de no hacer intervenir a Sócrates como interlocutor principal en los diálogos que se alejan demasiado del esquema doctrinal socrático y que se enfrentan con problemas que no habían suscitado el interés del maestro. Pero toda la investigación platónica se puede definir como interpretación de la personalidad filosófica de Sócrates.
En la primera fase, la investigación platónica permanece en el círculo de la enseñanza socrática y se propone o bien ilustrar el significado de alguna actitud fundamental del Sócrates histórico.
La Apología es sustancialmente una exaltación de la tarea que Sócrates asumió ante sí y ante los demás, la significación entera del escrito está contenida en la frase: "Una vida sin investigación no es digna de ser vivida por el hombre".
El Critón nos presenta a Sócrates frente al dilema: o aceptar la muerte por el respeto que el hombre justo debe a las leyes de su país, o huir de la cárcel.
Con estos dos escritos Platón estableció para los siglos venideros la actitud que convierte a Sócrates en el filósofo por excelencia, "el hombre más sabio y más justo de todos". En estos escritos Platón se nos presenta como el moralista de los conceptos.
El Alcibíades I es una especie de introducción general a la filosofía socrática. En donde el personaje Alcibíades es rico en dotes y ambiciones, y desea ingresar a la vida política para dirigir y aconsejar. Sócrates le pregunta de dónde ha sacado tal sabiduría si nunca reconoció que era un ignorante luego nunca buscó dicha sabiduría. Luego es un ignorante y el peor de todos que se disfrazan de políticos y llevan al Estado a la degradación.
Este tema de la ignorancia inconsciente es también el de Ion. Ion es un recitador (rapsoda) que se ufana de saber y exponer muchos pasajes de la obra de Homero, queriendo demostrar con ello un amplio conocimiento de la misma, pero no mostrando sabiduría sino inspiración divina.
Una variación paradójica del tema de la ignorancia se nos presenta en el Hipias menor, Se busca demostrar que solamente los hombres de bien  pueden elegir de manera voluntaria pecar. Pues un hombre de bien sabe discernir entre lo que es el bien y lo que es el mal. Luego un hombre de bien puede elegir el pecar. Aquí  Platón trata de demostrar que el único pecador es el ignorante, pues un hombre de bien que sabe lo que es el bien y el mal, indudablemente no elegirá el mal; en cambio el ignorante sí. El máximo bien es la virtud y el máximo pecado la ignorancia.
En el Laques nos habla sobre la valentía, la cual es una virtud particular, pero esta virtud particular va hacia el futuro pues se debe temer o no temer, pero realmente el futuro encierra al pasado y también al presente. Entonces esta virtud de la valentía no es una virtud particular sino es toda la virtud. 
En el Cármides se efectúa la misma investigación a propósito de la prudencia y conduce a la misma conclusión.
En Critias, nos habla sobre la prudencia que en sí misma no es ciencia sino que la  prudencia en si misma recae a su vez en la sabiduría y y en la valentía es decir en pura virtud.
En el Eutifrón se examina la primera y fundamental virtud del ciudadano griego, que es la piedad religiosa o santidad. La cual se ofrece para  a cambio de obtener  ayuda de los dioses. Luego se produce un  cuestionamiento: qué es lo santo y Platón niega la posibilidad de que la santidad sea pues una virtud.
Además Platón de hablar sobre la virtud paralelamente nos habla sobre la belleza. Una acción bella, un discurso bello, tienen por objeto lo bello; ¿pero qué es lo bello? Tal es el problema del Hipias mayor. La conclusión es que lo bello no  es algo separado de lo conveniente ni de lo útil, más bien los tres se unifican en el concepto del bien y este a su vez es el fin y el fundamento de toda relación humana.
 Según el Lisis, la amistad entre los hombres se funda, pues, en su común relación con el bien.
Los resultados de la investigación emprendida en todos estos diálogos se pueden recapitular así:
1. No existen virtudes particulares, sino que la virtud es una sola;
2. No existen objetos o valores distintos de las acciones o de las relaciones humanas, sino que el fin o el valor es uno solo, el bien.
Estas dos conclusiones abren las perspectivas de la ulterior investigación platónica y representan los problemas que ésta debía debatir.
La tesis que el precedente grupo de diálogos sugiere indirectamente, la unidad de la virtud y su reducción al saber, se plantea positivamente y se muestra en el Protágoras en polémica con la actitud de los sofistas. A Protágoras que se llama maestro de virtud, Sócrates opone que la virtud de que habla Protágoras no es ciencia, sino un simple conjunto de habilidades adquiridas accidentalmente por experiencia; por esto es un patrimonio privado que no puede enseñarse ni transmitirse a los demás. No puede afirmar la enseñabilidad de la virtud Protágoras, para quien las virtudes son muchas y la ciencia una sola de ellas; porque únicamente la ciencia se puede enseñar y, por tanto, la virtud se puede transmitir y comunicar solo en cuanto es ciencia. Se ha visto a propósito de Sócrates (§ 28) que aquí la ciencia se entiende como cálculo de los placeres y su concepto permanece, por tanto, anclado en la letra de la enseñanza socrática. Pero ya este diálogo muestra que Platón no se limita simplemente a ilustrar los conceptos que Sócrates puso como base de la vida moral; antes bien, contraponiendo la enseñanza de Sócrates a la de los sofistas, proyecta sobre la figura del maestro la luz más viva que brota de la polémica. El Protágoras ha negado a la enseñanza sofística todo valor educativo y formativo y a la misma sofística todo contenido humano. Frente a la agitación de la sofística, la enseñanza de Sócrates ha aparecido en todo su valor. Pero quedaban otros aspectos de la sofística; y contra éstos Platón dirige tres diálogos que con el Protágoras constituyen un grupo compacto.
1.      La erística, contra la cual se dirige el Eutidemo;
2.      El verbalismo, contra el cual se dirige el Cratilo, y
3.      La retórica, contra la cual se dirige el Gorgias.

Al problema del aprender está dedicado el Menón. Platón  plantea el mito de la reminiscencia. Pues como el alma es inmortal, esta ha nacido muchas veces luego el alma lo aprendido todo y nada impide que solo recuerde una sola cosa- el aprender – es así que el objetivo del hombre es aprender que se consigue con la investigación. El Menón esboza así las primeras líneas de una teoría del aprender.
Por otra parte, en el Fedón se busca demostrar la inmortalidad del alma. toda la teoría de las anamnesis está fundada en el supuesto de la inmortalidad del alma.
En el Fedón, resultan evidentes algunas determinaciones que Platón atribuye a las ideas. Estas determinaciones son tres:
1. Las ideas son los objetos específicos del conocimiento racional;
2. Las ideas son criterios o principios de juicio de las cosas naturales;
3. Las ideas son causas de las cosas naturales.
El aprender establece entre el hombre y el ser en sí y entre los hombres asociados en la investigación común una relación que no es puramente intelectual, porque compromete la totalidad del hombre y por lo tanto también la voluntad. Platón define esta relación como amor (e)roj). Α la teoría del amor están dedicados dos de los diálogos artísticamente más perfectos, el Banquete y el Fedro.
Los discursos que los interlocutores del Banquete  expresan lo siguiente:
Pausanias distingue del eros vulgar que se refiere a los cuerpos, el eros celeste, que se refiere a las almas.
El médico Erixímaco ve en el amor una fuerza cósmica que determina las proporciones y la armonía de todos los fenómenos, tanto en el hombre como en la naturaleza.
Aristófanes, mediante el mito de los seres primitivos compuestos de hombre y mujer (andróginos), divididos por los dioses como castigo en dos mitades que se buscan mutuamente para volverse a unir y reconstituir el ser primitivo, expresa uno de los caracteres fundamentales que el amor revela en el hombre: la insuficiencia.
Platón propone en la República dos ejes fundamentales:
1)     La justicia: todo Estado debe de buscar la justicia pues sin justicia el Estado se desintegraría. En un Estado solo deben existir tres clases: los gobernantes a los cuales le pertenece la virtud de la prudencia; de los guardianes a los cuales le pertenece la virtud de la fortaleza; y los ciudadanos a los cuales les pertenece la virtud de la templanza. Pero a estas tres clases existe una virtud común: la justicia.

2)     Los filósofos son los llamados a gobernar. ¿Pero quiénes son?  Filósofo es aquel que ama el conocimiento en su totalidad y no sólo en alguna de sus partes singulares. Pero ¿qué es el conocimiento? Platón establece aquí por primera vez explícitamente el criterio fundamental de la validez del conocer: "Lo que absolutamente es, es absolutamente cognoscible; lo que no es de ninguna manera, de ninguna manera es cognoscible”.

1 comentario:

  1. Es buenos que siempre encontremos diversos aspectos que nos encantará y que lograremos aprender de blog

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